La semana ha sido brillante para el fútbol femenino español. En primer lugar, el pasado lunes Alexia Putellas se convirtió en la primera española en lograr el Balón de Oro. Con esa distinción, se recalcó el hecho de que se trata de la mejor futbolista del momento. Además, Jenni Hermoso obtuvo el Balón de Plata. Fue un nuevo reconocimiento, esta vez indirecto, a la trayectoria del FC Barcelona, que lleva dos años ganándolo todo, en España y en Europa. Por otro lado, la selección española ganó el martes su decimosexto partido consecutivo. Desde que perdiera por 1-0 contra EEUU, en marzo de 2020, en la fase de grupos de la She Believes Cup, España no ha dejado de vencer y no ha recibido ni un solo gol. Por contra, ha marcado noventa y seis goles a favor. Es evidente que a nivel de jugadoras, a nivel de clubes y a nivel de selecciones el fútbol español se mueve a niveles top. Sin embargo, una vez que se baja del escalón superior, por debajo todo son problemas e incertidumbres. En efecto, en el fútbol femenino español no hay liga profesional, ni televisiones donde ver la Primera Iberdrola, ni se logra mejorar un convenio colectivo que es demasiado básico. Mientras, la economía de varios clubes está al límite. Es tal la sensación de abandono que sufren las jugadoras, que vuelve a flotar en el ambiente la sensación de que la huelga es la única vía que queda disponible.


El difícil camino hacia un fútbol femenino español profesional
El fútbol femenino español es un polvorín. En septiembre de 2020, Irene Lozano, que ejercía por aquel entonces de presidenta del Consejo Superior de Deportes, hizo explícito el compromiso del organismo que dirigía y, por ende, del Gobierno, para profesionalizar la Primera Iberdrola. Seis meses después, José Manuel Franco relevó a Lozano al frente del CSD. El nuevo mandatario abogó por continuar la senda marcada hasta ese momento y se erigió en mediador entre las dos partes, que ya por aquel entonces, estaban enfrentadas. El objetivo era la formalización real de una liga de fútbol femenino profesional. Sin embargo, el avance ha sido escaso y en los tres últimos meses ya ha quedado patente que el asunto está bloqueado por completo. El CSD aboga por el consenso, como fórmula para la puesta en marcha de la liga profesional de mujeres. Para el organismo gubernamental, los clubes deben presentar una única propuesta de estatutos para su validación. Eso no se ha hecho, ya que hay dos bandos. El enfrentamiento entre ellos parece enquistado. En este momento, la posibilidad de que los dieciséis clubes de la Primera Iberdrola se pongan de acuerdo y pacten unos estatutos de profesionalización parece una quimera.
Los derechos televisivos, principal punto de discordia
Tras todas las reuniones mantenidas hasta la fecha, entre las dos partes enfrentadas, hay un motivo de conflicto principal. Es el relativo a los derechos televisivos de los clubes de Primera Iberdrola y a la explotación de los mismos de manera individual. Uno de los bandos no quiere que los derechos de televisión se vendan de manera centralizada y el otro sí. Como solución temporal al problema, Federación y CSD acordaron que Teledeporte emitiera la liga, pero solo uno de los bandos dio el visto bueno. La consecuencia es que, en la actualidad, todos los equipos que pueden emiten sus partidos a través de sus canales de televisión o de YouTube, pero la mayoría de los encuentros no se retransmiten.


El problema de fondo de la ausencia de televisión en los partidos, como no podía ser de otro modo, es económico, y los grandes perjudicados son los clubes más modestos. Sin televisión, los ingresos que los clubes son capaces de ingresar gracias al fútbol femenino son mínimos. Los patrocinios son escasos, y el dinero recaudado, tanto en las taquillas, como a través de los abonos, es más simbólico que otra cosa. En ese contexto, los equipos de féminas salen adelante gracias al apoyo de los clubes que cuentan con equipos masculinos en la élite. Desde luego, no es una situación idílica, ya que se aspira a que el fútbol femenino sea autosuficiente. Sin embargo, el gran problema no lo sufren esos equipos, sino los que no pueden contar con el sustento derivado del fútbol masculino para cuadrar sus presupuestos. Esos sobreviven en una situación límite.
Mala situación de las jugadoras
Al nivel de equipos la situación no es buena, pero si se baja de escalón y se mira, en concreto, a las jugadoras, se descubre que, con frecuencia, su estado tiende a ser más precario aún.
En agosto de 2020 entró en vigor el convenio colectivo para el fútbol femenino, que fue un gran avance en lo referido a las condiciones económicas y de trabajo de las futbolistas. Sin embargo, ese convenio se consideró de transición casi desde el principio. Con la llegada de la profesionalización, se espera que se renegocie otro, adaptado a las nuevas circunstancias. Por ello, el actual convenio caducará el 30 de junio del 2022. Si ese día el fútbol femenino no es profesional y no se ha renegociado un nuevo convenio, las futbolistas españolas se quedarán sin protección legal. Por ello, la incertidumbre de las jugadoras es máxima sobre muchos de sus derechos. El horario de la jornada laboral, el salario mínimo a tiempo completo y parcial, los días de vacaciones, las bajas por embarazo o el seguro por incapacidad dependen del convenio colectivo.
Situaciones de maltrato
Dadas las circunstancias, cada club hace con su equipo femenino lo que cree conveniente. Lo normal y lo lógico es que los dirigentes de los clubes miren por los intereses de sus propias jugadoras, pero si no es así, como parece ser el caso del Rayo Vallecano, no hay medios para proteger a las futbolistas. En Vallecas, las jugadoras del equipo de Primera Iberdrola llevan meses denunciando el trato al que son sometidas por parte del club. Este parece empeñado en torpedear la trayectoria de su propio equipo de féminas, sin que nadie pueda hacer nada.
El enfrentamiento, por otro lado, no solo se da entre clubes, ni entre jugadoras y dirigentes. Recientemente, la propia Federación también ha entrado en conflicto con algunos equipos de la Primera Iberdrola, a los que acusa de no llevar su logo en las camisetas de manera consciente y reiterada. Una sanción de tres puntos planea sobre las cabezas del propio Rayo Vallecano, de la Real Sociedad, del Levante y del Villarreal.
El fútbol femenino español es un caos. En ese contexto, el Balón de Oro de Alexia Putellas, la trayectoria de la selección y el dominio del FC Barcelona deben servir para visibilizar los conflictos y que las partes implicadas desenreden la madeja de una vez por todas. Si no, los éxitos se quedarán en un mero espejismo.
Muy buen expuesta la situación. Complicado se antoja el tema. Y una lástima esa dualidad, esa dicotomía.