¿Cómo sería el fútbol -y el fútbol femenino- si estos dos aspectos no hubieran evolucionado como lo han hecho? Probablemente no se verían esos maravillosos partidos en alfombras verdes. Ni disfrutaríamos de los espectaculares goles que a día de hoy nos regalan las jugadoras.
Echando la vista atrás y hablando de cada uno de ellos por separado, debo hacer referencia al nombre de esta columna, arena y tiza. Eran así los campos donde comenzaron mis andaduras como jugadora. Aquellos campos condicionaban nuestro juego si lo comparo con los campos de ahora, pero también he de reconocer que éramos capaces de adaptarnos a cualquier circunstancia para poder jugar los partidos. Si había charcos, había que golpear el balón más fuerte. Si ese charco estaba en las porterías, podía condicionar el partido o si el campo estaba inclinado, había que sacarle el máximo provecho a esa situación. Aun y todo conseguíamos jugar un buen partido de fútbol y ser las más felices allí.
Después llegó el césped artificial, el cual también tenía muchos matices, ya que no todos eran iguales. Evidentemente, el césped hizo mejorar nuestro juego y a día de hoy son los campos por excelencia. Pero si había un lugar donde todo el mundo quería ir a jugar, era al Norte. Primeramente, Lezama y después, Zubieta. Nos brindaba la oportunidad de sentirse, aun más si cabe, futbolistas. Campos de césped natural, cuidados y mimados hasta el último detalle y que algunas de nosotras era la primera vez que pisábamos. No eran lo común en el fútbol femenino. Sin duda, uno de los momentos más especiales del año.
A día de hoy, no son muchos los que pueden disfrutar de estas maravillas de campos diariamente, pero sí hemos tenido la gran suerte de que se abrieran estadios, obteniendo el récord de asistencia de 60.739 personas en un partido de fútbol femenino. Pero no sólo ha sido este, sino que cada vez que un equipo ha abierto las puertas de su estadio, el público ha respondido de una manera brillante. Y las jugadoras se lo han devuelto de la mejor manera que saben hacer: ofreciéndoles un partido de fútbol de garantías, espectáculo y goles.
En cuanto al otro aspecto, los balones, también han cambiado, ¡y tanto que han cambiado! Si tuviéramos que preguntarle a cualquier jugadora de mi época, ¿quién no recuerda el balón Mikasa FT-5? Era el balón por excelencia. No puedo evitar recordar cómo era de pesado cuando estaba mojado, ni las marcas que dejaba cuando recibíamos un balonazo.
Además del modelo, también ha cambiado el número de los que disponías para entrenar. Apenas teníamos uno para todo el equipo y otro para la portera, que por aquel entonces no entrenaba de forma específica. Esto ahora es impensable, ya que cada equipo dispone de un número suficiente de ellos para los entrenamientos y partidos.
Volviendo a los modelos, recuerdo tener que ir a la selección española para disfrutar de los mejores balones, que diariamente en nuestros equipos no los teníamos. Eran balones nuevos, con la presión perfecta y que, inevitablemente, te hacían mejor. Esta evolución en los balones ha provocado que el fútbol sea más rápido, que la calidad de las jugadoras aumente, ya que cada día son más ligeros, y que los goles sean cada día un poquito más espectaculares.
No me gustaría extenderme mucho más ya que el balón seguirá siendo el protagonista en el futuro. Ahora mismo lo que realmente estamos todos y todas deseando es que empiece a rodar esta temporada.