Nos vamos a tener que acostumbrar. No nos va a quedar más remedio. Hace pocas jornadas que empezaron todas las competiciones nacionales de fútbol, incluido fútbol femenino, y casi desde el primer momento se han empezado a aplazar partidos debidos a casos positivos por coronavirus entre sus plantillas. No entendamos como posibles sólo a las jugadoras, un equipo va mucho más allá del grupo de futbolistas. El equipo son todas las personas que se mueven alrededor de las once jugadoras que vemos en el campo y, como tal, todos tienen estrecho contacto entre ellos.
Nadie está exento en estos tiempos de contagiarse. Te puede tocar a ti, me puede tocar a mí. Le puede pasar al más pintado. Al que más cuidado tiene, al más escrupuloso con cumplir todas y cada una de las medidas de seguridad que nos proponen para evitar contagios. Y también, evidentemente, el que piensa que esto es algo que no va con él. La verdad es que, como en todos los golpes de la vida, todos nos sentimos un poco inmunes, como si tuviéramos una protección sobre todas las cosas… Hasta que nos pasa.
Tendremos que acostumbrarnos.
Cada uno con sus más y sus menos, vivimos en un mundo en el que el orden rige nuestras vidas. Nos movemos por rutinas y tiempos. Ordenamos nuestras horas, nuestros días, nuestros meses, nuestros años. Y en una liga deportiva este orden en el calendario es fundamental. Pero nos ha tocado una época donde, paradójicamente, cuanto más orden y control precisamos, más caos e incertidumbre nos rige. El “bicho” es desconocido, pequeño y poderoso, pero guía más nuestras vidas de lo que parece.
Nos toca redoblar esfuerzos para en estos momentos en que los planes sirven de poco y hay que amoldarnos a situaciones que cambian en cuestión de horas.
No hay liga si no hay equipos que la jueguen. Y no hay equipos que la jueguen si no hay jugadoras. No podemos correr riesgos y poner en peligro a ninguna de ellas.
En esta situación son, somos, más equipo que nunca. No hay individualidades cuando de lo que se trata es de protegernos. Protegernos a nosotros para proteger a los demás.
En este escenario de improvisaciones tenemos todos que redoblar esfuerzos y actuar con la mayor responsabilidad posible. Si hay que anotar, tachar y volver a apuntar fechas, eso haremos.
Es uno de los partidos más importantes el que nos toca jugar ahora a todos. Y es justo ahora el momento de aplicarse e interiorizar bien la máxima que hizo famosa Di Stéfano: las finales no se juegan, se ganan. Esta es nuestra final más importante.