Lo hemos vuelto a ver. En el fútbol femenino.
Un grupo de personas -en mayor medida de sexo masculino aunque hay también alguna mujer- escribiendo bajo el amparo que dan las redes sociales comentarios machistas sobre el valor del fútbol femenino y de sus jugadoras. Se dan sobre todo en Twitter, red por excelencia de la gracia y el insulto gratuito.
Comentarios jocosos e hirientes que se dejan caer así, como si nada, y que vienen seguidos de mensajes de «colegueos» hechos por otros tuiteros para ver quién hace más ruido.
Ya me sé la teoría que asegura que es mejor no contestar para no darles pábulo. Pero hay veces que una no es capaz de aguantarse las palabras. Y tiene que soltarlo antes de ahogarse.
Entiendo a Virginia Torrecilla, protagonista estos días del nuevo episodio de lo que podría ser una serie por fascículos con el conocido título de “Ni fútbol ni femenino”. La entiendo, porque a veces no sabes cómo parar cuando te atacan. Porque sí, es un ataque. En toda regla. Sobre todo cuando se traspasan ciertas líneas. Líneas que van mucho más allá de la falta de respeto en sí que traen estos tuits y van derechos al insulto.
Muchos son los que han criticado la necesidad de reivindicarse a raíz de un vídeo subido por la jugadora en la que mostraba que puede medirse con hombres.
Si es necesario o no justificarse, viene dado desde el momento en que alguien pone en entredicho tu valía como profesional por el hecho de ser mujer. Y es que lo que se cuestiona ya es su propia profesión.
Más allá de esto, las mujeres empezamos a hartarnos hace mucho tiempo de que nos ninguneen por el sólo hecho de serlo. Y sobre todo de que lo hagan en según qué contextos.
Porque el argumento principal de los comentarios machistas cuando pretenden tener algo de seriedad es aquello de que ellas «no generan» al mismo nivel que los hombres.
Vamos a comprar el argumento. Para generar beneficios económicos que vienen por el público que se interesa por un deporte, las marcas que quieren patrocinar a un equipo, club o jugadora, el merchandising que se genere alrededor de ellas… para llegar ahí, hay que tener visibilidad. Y eso es justamente lo que van ganando a paso firme.
Quizás esto es lo que pesa a quien las critica con argumentos machistas. Antes apenas molestaban, porque no se les notaba (“lo que no se ve no existe”). Pero aquí están, se las ve, se las conoce y reconoce, empiezan a generar ese interés, aunque continúe siendo tímidamente. Y eso a algunos les escuece. No sea que vengan a pedir espacios.
Me gustaría realmente entender por qué hay quien piensa así. Por qué hay quien cree que hay trabajos, aficiones, gustos ni deportes que lo son únicamente para hombres o para mujeres. Porque ya cansa que nos tomen por no válidas. Ya basta de sentir que tenemos que compararnos siempre con los hombres o de tener que demostrar nuestra valía para según qué cosas.
Que no sé de qué nos quejamos las mujeres ni qué queremos demostrar si ya tenemos igualdad. ¿Es que no se nota? Que según ellos no son comentarios machistas sino la pura realidad.
En el fútbol no hay machismo… ¡No ni ná!