Esto se veía venir. Que iba a ser una temporada en el fútbol femenino un poco (o un mucho) caótica en cuanto a cómo realizarse es algo que esperábamos.
Tardamos en encontrar una forma que guiara a los clubes, los equipos, las jugadoras… a cómo tendrían que convenirse los partidos.
Tardamos en saber cómo sería y cuando empezamos, se empezó a montar tremendo lío entre partidos aplazados para los equipos. Total, que nos pasamos el día echando cuentas: cuántos partidos llevan éstas más que aquellas, a ver si este equipo gana tal partido y el otro pendiente cómo queda la cosa, cuántos puntos hay para el descenso o cómo queda la cosa si todo acaba hoy. Nos pasamos las semanas revisando el perfil de twitter de David Menayo (yo por lo menos) para ver qué porcentaje del total de la máxima competición del fútbol femenino en España y partidos se ha jugado, en una suerte de ruleta rosa o de cuenta atrás con un fondo de banda sonora de misterio.
Casi un año de incertidumbres llevamos. ¡Menudo año para los amantes del orden y del control! Porque desde marzo de 2020 todo en la vida puede cambiar de un día a otro, de un momento a otro. En nuestras casas, en nuestro trabajo, en nuestro mundo. Incontrolables en gran parte para todos.
Sobre las jugadoras, se nos olvida que son personas. La mayoría con circunstancias similares a las de las demás chicas de su edad en cuanto a su forma de vida. Se nos olvida que, la mayoría, tienen una vida más allá de lo estrictamente deportivo, que a veces esto supone compartir piso con otras personas, compañeras o familiares. Supone ir a estudiar o a trabajar. Y coger el transporte público por comodidad o por necesidad. Supone tantas cosas… También supone que tienen tanta responsabilidad como yo y como tú para contener la propagación del virus, que el hecho de ser futbolistas no les hace tener una mayor carga de culpa en caso de contagio. Su trabajo es importante, pero el mío también. Su salud y las de los demás es importante, pero también la mía.
La verdad es que sólo habría una forma de parar de nuevo al virus a la espera de que, por fin, consiguiéramos tener una vacuna efectiva todos. Pero esa única forma, por desgracia, tal y como está concebido el mundo hoy sería una auténtica ruina.
No seamos injustos con las futbolistas. No generalicemos. Porque la mayoría, como tú y como yo, se toma su trabajo en serio. Y si hay algo realmente que reprochar, como sucedió cuando fueron los futbolistas de nuestra liga masculina, señalemos al culpable y punto. Como se diría en una boda, si alguien tiene algo que objetar, que hable ahora o calle para siempre.