Tengo camisetas guardadas en un cajón de cuando tenía quince años. Yo me resisto. A veces me da el arrebato y hago el amago de desprenderme de según qué cosas. ¿Para qué tanto guardar? Luego escucho a mi hermana y a mi madre diciéndome aquello de que todo vuelve. “Quizás algún día le guste a tus hijas ponérsela. Las modas siempre vuelven”. El fútbol femenino, vuelve.
¡Qué verdad! Vuelve… todo.
Cada vez lo veo más claro. Vivimos en un mundo cíclico, que funciona a modo de noria. Subimos unos, damos la vuelta, vemos desde arriba el horizonte, bajamos, suben los siguientes… para ver el mismo horizonte, aunque en otro momento del día.
Estos días en que parece que por fin van a volver las competiciones de fútbol femenino a darse (más vale tarde que nunca), también vamos a vivir esta vuelta al pasado. Ese déjà vu, sólo que en vista a las experiencias anteriores, no parece que este retorno vaya a ser muy positivo.
Se anunciaba estos días las fechas en que empezarían las distintas competiciones de fútbol femenino. Siete meses después, los clubes ya tenían fecha y, al parecer, sistema de juego.
Todo quedaba mejor ordenado en la temporada anterior, con la realización de dos grupos en Reto Iberdrola de los que saldrían los futuros equipos de Primera y a donde irían a parar los descendidos de la división de oro femenina.
Era un salto de calidad importante que este año se empezaba a notar más. Algunos equipos de Reto habían reforzado muy bien sus plantillas en vista de que la categoría se había hecho fuerte.
La decisión finalmente para que discurra la competición será dividir a esos dos grupos a su vez en otros dos. Volvemos al sistema de grupos y subgrupos y liga de liguillas que más parecen un puro enredo que una competición. Un formato ya disputado con anterioridad y que no acaba de satisfacer a nadie, por lo desigual e irregular de los grupos entre otros motivos.
Se entiende que buscan formas de solucionar la competición en caso de que se dieran circunstancias que obligaran a darla por zanjada de nuevo, a situaciones excepcionales, propuestas excepcionales. Pero con todo el camino recorrido y los errores aprendidos, parece que nos hemos montado en la noria de nuevo, aunque ahora la hemos hecho funcionar hacia atrás: ¡Feliz 1996!