Ya que nos encontramos en la semana previa al comienzo de la liga, qué mejor que hacer un recorrido a los múltiples que cambios que ha sufrido la Primera División Femenina, actual Liga Iberdrola, desde que yo comencé a jugar. Sinceramente, no sé si voy a ser capaz de recordar todos los nombres y formatos de cambio que hemos sufrido. Pero al menos os contaré mi visión de aquellos que recuerde.
Si no me bailan los años, en el 2005, un equipo credo de una escuela daba el salto a la por aquel entonces Superliga después de varias ligas ganadas y dos ascensos. Llegábamos llenas de ilusión y de conseguir por todos los medios no volver a descender, ya que éramos conscientes de lo que había costado llegar hasta allí. Y lo hicimos, vaya si lo hicimos. Desde el primer momento en que jugamos en esa categoría, nunca vimos peligrar nuestra permanencia.
Por aquel entonces éramos dieciocho equipos (puede que la mente me falle) y destacaban conjuntos como el Levante y Athletic de Bilbao al que el resto mirábamos desde abajo con la ilusión de ser un día como ellos. No había grandes cantidades de dinero, pero las mejores jugadoras estaban en estos equipos. Era una liga donde ellos, los grandes, tenían unos cuatro partidos al año donde se jugaban toda la temporada. Y el resto eran partidos de “trámite”, donde lo único que podría pasar era un mal día o un equipo local con todo su pueblo apoyando, incluido el árbitro.
Después llegó el denominado “Queredazo” donde la liga quedó dividida en dos grupos y donde los cuatro primeros de cada uno, jugaban por el título. Los ocho restantes por no descender de categoría. Por si fuera poco, los dos primeros se disputarían el título en una final a doble partido. Esto creó el primer grito en el cielo de las jugadoras, ya que la competición quedaba completamente desvirtuada. Y no se estaba premiando la regularidad, que al fin y al cabo es de lo que se trata con una liga. Dicho grito quedó en aguas de borraja. No sólo porque el formato estuvo implantado dos temporadas, sino porque algunas de las jugadoras que alzaron la voz, tuvieron sus consecuencias.
Dos años después, se volvió al antiguo formato, ya que el objetivo fundamental (que no era otro que el Real Madrid incluyera equipo femenino) no se había conseguido. La liga cada vez iba siendo más competitiva. Cada vez había más jugadoras que subían el nivel y los equipos cada vez iban teniendo el respaldo de un equipo masculino. En definitiva, ya íbamos teniendo más nombre y poco a poco, más repercusión.
Pero sin duda el momento álgido del fútbol femenino, llegó cuando Iberdrola decidió patrocinar la Liga y proporcionar a los clubes unos medios económicos para crear infraestructura que antes no se tenía. Se empezó por ahí, no sin cometer errores. Errores que, afortunadamente, se han ido subsanando poco a poco. A día de hoy tenemos una Liga Iberdrola con dieciséis equipos. Una que cada día consigue que sea más competitiva y que el descenso sea algo que no se dispute hasta las últimas jornadas. No es algo fácil de conseguir con dieciséis equipos. Pero el trabajo realizado por los distintos clubes, la preparación y dedicación por parte de las jugadoras y técnicos, hacen que la liga española sea una a tener en cuenta a nivel europeo.
Este fin de semana comienza una liga de dieciocho (debido a las circunstancias actuales), pero que sin ninguna duda nos seguirá ofreciendo grandísimos partidos. Y seguirá manteniendo a todos los aficionados pendientes de la clasificación. Desear que todo salga bien, sobre todo a nivel de salud, desearle toda la suerte del mundo a los dieciocho. Y fundamentalmente, ¡hacednos disfrutar mucho con vuestros partidos!
¡Esto arranca ya!