Era 1982. Igual son muchos años para algunos de los que leéis. Para mí también, a pesar de cumplir ya varias décadas.
En este año yo era solo una bebé, pero para la historia quedó la frase entonces dicha por un Alfonso Guerra, exultante, en una España que por primera vez después de muchos años sería gobernada por un partido de izquierdas.
“A España no la va a reconocer ni la madre que la parió”, decía.
Y se me viene a la cabeza, justo ahora que se repite esta frase en la política española, pero llevada a nuestro terreno, al del balón en los pies sobre el césped.
Esta liga, la actual Liga Iberdrola, está irreconocible. Pero muy emocionante, no se puede negar.
Hemos estado varios años en los que, sí, había algún despunte inesperado de algún equipo. No obstante, la parte alta y la disputa de la liga se realizaba siempre entre FC Barcelona y Atlético de Madrid.
El panorama ha ido cambiando tanto que nos encontramos ahora a un UDG Tenerife líder de la tabla. Que sí, que está tres partidos por encima de un equipo que no suele perder ni jugando a las canicas. Un FC Barcelona que, además, continúa con muchas papeletas para proclamarse (visto los resultados de los encuentros disputados) ganadoras. Que ya lo sé, pero… ¡que les quiten lo bailao! Ya llevan varias noches yéndose a acostar con ese regustillo de tener a todos por debajo, esa tranquilidad al menos por unas horas de acostarte como las número 1 de la competición.
Es una liga, esta Primera Iberdrola, más que rara. Rarísima. En la que un Rayo al que muchos veían carne de Reto antes de empezar la temporada, con sólo 4 partidos de 8 posibles jugados se encuentra por encima de equipos que les sacan casi el doble de encuentros disputados. Las circunstancias que les han rodeado dan para escribir una secuela de película de terror, casi.
Hay un Real Betis Balompié que casi roza posiciones de descenso con una plantilla que para sí la quisieran muchos equipos. Un Espanyol intermitente, pero que no parece continuar la racha en negativo persistente de la pasada campaña. O un Dépor que parece haber pasado de la gloria al infierno en cuestión de días, como quien dice.
El Sporting Club de Huelva tampoco vive su mejor temporada, pero es un equipo duro, hecho a las adversidades, peleón. Que sale de cualquier circunstancias, prácticamente. Está un Sevilla FC que parecía que no encontraba su sitio, pero que empieza a gustarse cuando juega.
Y el Levante, al que acostumbramos a ver disputando esos primeros puestos en su lucha por medirse cada vez más a los equipos que rondan la parte alta de la tabla. Se ve este año con dificultades para sumar, no tanto por el resultado de los encuentros, que también, sino por los tú a tú disputados.
Podríamos hacer un repaso uno a uno de los 18 equipos que este año componen la tabla clasificatoria de la liga Primera Iberdrola. Todos con un análisis similar que nos llevan a pensar que todo puede pasar.
Sueño y pesadilla, según quien lo mire. Pero, ¡oye! Con todo y con eso, a mí se me queda una sonrisita… ¡Qué bonita se nos está quedando la liga!
Lo cierto es que, a pesar de todo, la situación añade tanto un elemento desquiciante como otro emocionante.
¿Será una ilusión óptica? ¿Cómo quien tiene el reflejo de un paraíso en el desierto? O será fruto del esfuerzo de todos los equipos de la Primera, que empiezan a tomarse en serio la cuestión de competir, de apostar… a pesar de todo.
Ojalá y cuando todos tengan los mismos encuentros disputados, tras ponerse al día cada uno de los equipos, podamos seguir disfrutando de estos momentos en los que toda la afición podemos creer y confiar en nuestros equipos. Todos. Incluso los que parecen más abajo, incluso los que se encuentran arriba del todo.
La liga acaba de empezar y, si bien es verdad que, dadas las circunstancias, no se puede dar nada por perdido, hay que disputar cada uno de los encuentros como si la vida se fuera en ellos. Este año, los números no van a perdonar.