El convulso 2020 toca hoy su fin. El fútbol femenino no ha sido ajeno a las dificultades que han traído consigo los últimos meses, pero también ha sido protagonista de alguna buena noticia. Realmente, para la versión femenina del deporte rey este ha sido un año de avance. Aún falta mucho por hacer y, como en las demás facetas de la vida, en la relación de la mujer con el deporte el avance no es lineal, pero no es difícil comprobar que el ritmo del progreso se ha acelerado. En efecto, los hitos que han jalonado la historia del fútbol femenino en nuestro país estuvieron al principio muy espaciados y, cada vez, son más relevantes a nivel global y acontecen cada menos tiempo. No hace tanto ni siquiera había competiciones oficiales.
Cuando poder jugar ya es un triunfo
En cualquier ámbito, los orígenes se convierten en una especie de realidad legendaria y mitificada, protagonizada por lejanos personajes que son ensalzados como pioneros, pero que en el fondo vivieron vidas anónimas. En fútbol femenino, para remontarse a esos orígenes no hay que irse a finales del siglo XIX, ni siquiera a mediados del XX. Realmente, en España la primera competición oficial a nivel nacional se dilucidó por completo en mayo de 1983. Hay futbolistas, que aún siguen en activo al máximo nivel, que ya habían nacido por aquel entonces. Ese torneo se denominó Campeonato de España y constó de una eliminatoria de cuartos de final, de otra de semifinales y de una final, que se jugó el 22 de mayo en el Estadio Municipal de Las Margaritas de Getafe. Ganó por 4-1 el Karbo Deportivo, equipo que estuvo integrado en la estructura del Dépor desde la temporada 80-81 a la 84-85. Por el Karbo marcaron Rory, Merchi e Inma por partida doble. El fútbol femenino también tiene pioneras que fueron protagonistas del hito más complicado de todos: arrancar.
Salto adelante a nivel organizativo
Desarrollar hasta el final una competición que se juegue mediante un sistema de liga requiere un nivel logístico y organizativo avanzado. Además, es caro y precisa de protagonistas muy involucrados. En España, la primera liga de fútbol femenino empezó el 4 de diciembre de 1988. Se lanzaron a disputarla nueve equipos. De ellos, tan solo el RCD Espanyol sigue vivo y en primera. El Club Femení Barcelona, semilla de lo que hoy día es el FC Barcelona, también estuvo allí. Cinco de los participantes eran de Barcelona y su provincia, dos eran madrileños, otro era balear y el noveno era de León. Tras dieciocho jornadas, ganó la liga el Peña Barcelonista Barcilona. Desde entonces, la competición liguera no ha dejado de disputarse, aunque tardó más de dos décadas en salir del ostracismo. En efecto, durante mucho tiempo su repercusión mediática fue casi nula, lo que realza el valor de las jugadoras que, durante esos años de oscuridad, posibilitaron que hoy día el fútbol femenino sea noticia.
El llenazo del Wanda
Llegará el día en el que, a pesar de que se llene un estadio gracias a un partido de fútbol femenino, la noticia no esté en las gradas, sino en el césped. Cuando nos acostumbremos a que las citas sean seguidas por miles de espectadores, ver estadios llenos no llamará la atención, pero, incluso entonces, habrá que destacar como un hito fundamental el hecho de que el 17 de marzo de 2019 acudieran 60.793 personas al Wanda Metropolitano a presenciar un Atlético de Madrid – FC Barcelona de la liga femenina. Ese día la noticia fue que se batió el récord mundial de asistencia a un partido de clubes de fútbol femenino. Quedó claro que, si no se torpedea, el fútbol protagonizado por mujeres también tiene tirón.
Primer equipo español en final Champions
No solo a nivel logístico y de seguimiento ha avanzado el fútbol femenino en nuestro país. A nivel estrictamente deportivo, el balompié español ya sabe también lo que es picar casi en lo más alto. En efecto, el 18 de mayo de 2019 el FC Barcelona jugó la final de la Women’s Champions League. Se trata de la más alta cota alcanzada jamás por un equipo de nuestra liga y da muestras del nivel que está alcanzando esta. Cierto es que el Barça está varios peldaños por encima del resto de los equipos de la Primera Iberdrola, pero también es verdad que las culés estaban en segunda hace poco más de diez años, lo que significa que el crecimiento, desde abajo a lo más alto, es posible. En la final de Budapest, el Barcelona aún no pudo hacer frente al infalible Olympique de Lyon, que se hizo con su cuarta Champions consecutiva. Sin embargo, llegar a disputar la final fue un logro que demostró que los equipos españoles pueden llegar a aspirar a todo.
Primer puñetazo en la mesa
En verano de 2015, España disputó en Canadá su primer Mundial. Allí, Vicky Losada marcó el primer gol español en un Campeonato del Mundo femenino, lo cual ya es un hito en sí mismo. Además, se logró volver a casa con un punto en el casillero. Sin embargo, la cita no fue clave solo por eso. También sirvió para que las convocadas hicieran piña, tras la finalización del torneo, y dieran un puñetazo sobre la mesa, al más alto nivel. Por primera vez, se logró consensuar una medida de protesta y se emitió un comunicado, en el que se denunció sin tapujos la dejadez que demostraba la RFEF, con respecto al combinado nacional femenino. Esa pasividad se traducía en una preparación deficiente, inaudita en un país como España, que condenaba al equipo a un papel secundario. La protesta fue un éxito, como quedó pronto demostrado.


La selección española, en el pelotón de cabeza
Tan solo cuatro años después de la medida de protesta, la selección volvió al Mundial. Ya no era debutante, pero, además, tampoco iba con la mentalidad de ser una mera comparsa. La cita se preparó en condiciones y en el transcurso del campeonato la roja demostró que había dado un paso adelante. El hecho de que se consiguieran la primera victoria de España en un Mundial y la clasificación para octavos de final fueron, quizás, la demostración más palpable, pero más allá de eso llamó la atención el salto adelante, en lo que a confianza y a mentalización se refiere. La suerte quiso que España jugara la eliminatoria contra la todopoderosa EEUU que, a la postre, ganaría el torneo. En ese partido, perder por 2-1 fue inevitable, pero en el mismo quedó patente que las futbolistas españolas, con Jenni Hermoso, Marta Corredera, Alexia Putellas o Irene Paredes a la cabeza, ya miraban a la cara a cualquiera.


La roja ya sabe lo que es estar arriba
A pesar del crecimiento del que hace gala nuestra selección en la actualidad, sería injusto olvidar el enorme éxito que supuso alcanzar el tercer puesto en el Campeonato de Europa femenino de la UEFA de 1997. Seguramente, el mérito se multiplica si tenemos en cuenta que aún faltaban casi dos décadas para que llegara el Mundial de Canadá y se denunciara el nivel organizativo semiamateur al que las jugadoras tenían que hacer frente cuando jugaban con España. Clasificarse para el primer gran campeonato ya fue un hito. Hasta 2013 no volvería repetirse la presencia en la fase final de un europeo. Sin embargo, lo más destacado de esa participación de 1997 fue que se logró empatar con Francia y ganar a Rusia, lo que metió al equipo en semifinales, donde perdió 2-1 con una Italia que entonces era un referente. Jugaron ese torneo una jovencísima Vanesa Gimbert, que aún defiende los colores del Athletic Club, Alicia Fuentes, una de las colaboradoras de Futbolísticas, Toña Is o María Ángeles Parejo, delantera que desarrolló casi toda su carrera deportiva en Italia y que fue incluida en el once ideal de la Eurocopa.
La huelga y el convenio
El fin de semana del 16 y el 17 de noviembre de 2018 las jugadoras de la Primera Iberdrola fueron a la huelga. Querían que se aprobara un convenio colectivo que las protegiera y les reconociera unas condiciones laborales mínimas, acordes a su nivel de implicación. La medida se adoptó tras agotar todas las demás vías y fue histórica por el seguimiento casi total. Se suspendieron todos los partidos de la jornada 9 de la liga y eso fue clave para que, días después, se llegara a un principio de acuerdo y se fijara una primera fecha para la firma del convenio colectivo. Esta, finalmente se plasmó en febrero de 2020 y el convenio fue presentado el 19 de ese mes en el Congreso de los Diputados. El mismo regula la situación contractual de las jugadoras, quedando ya registradas cuestiones básicas como el salario mínimo, la jornada laboral, la cobertura ante las lesiones o la maternidad. El documento no acabó con el tema de la profesionalización real de las futbolistas en España, pero fue otro salto adelante para el fútbol femenino en nuestro país.


El fútbol femenino seguirá siendo noticia
Ni a nivel deportivo, ni a nivel de reconocimiento, ni de atención mediática, se ha tocado techo en el ámbito del fútbol femenino. Con seguridad, por tanto, el futuro nos deparará nuevos hitos históricos, que irán haciendo que pasen a un segundo plano los ya comentados. En efecto, la selección prácticamente se ha clasificado, de forma brillante, para la Eurocopa de 2022. Además, Atlético de Madrid y FC Barcelona se han metido con solvencia en cuartos de final de la Champions, donde el año que viene tendremos tres equipos. También, hace menos de un mes, el Consejo Superior de Deportes puso en marcha el proyecto de profesionalización de fútbol femenino. En definitiva, cada vez se hace más extraño no ver a los representantes españoles al más alto nivel e, igualmente, se siguen dando pasos para que los cimientos se fijen con fuerza. 2020 ya casi es historia, pero aún quedan muchos éxitos por escribir.