El 25N marca la agenda reivindicativa de gran parte de nuestra sociedad. No es para menos: a pesar del gran esfuerzo social, institucional, educativo, político, jurídico, etc., la violencia de género acostumbra a abrir muchos informativos. No obstante, el número de mujeres asesinadas por sus parejas son únicamente la punta del iceberg. A menudo, se analiza el problema cuando es demasiado tarde.
La escalada de la violencia parte de los detalles que a priori pueden resultar insignificantes: «que suerte, tu marido te ayuda en casa», «la friendzone», «el rosa para las niñas y el azul para los niños», «el ranking de las diez futbolistas más sexis del mundo«, «mujeres entráis gratis a las discotecas, los hombres pagan», «¿por qué no me respondes si estás en línea?», «no seas una nenaza», «¿vas a salir así vestida?», «no me gusta que salga solo con amigos hombres», «el fútbol es un deporte para hombres», etc. El heteropatriarcado tuvo que reinventarse para mantener sus privilegios y encontró en los denominados micromachismos su medio para frenar el avance de la justicia social. Sin embargo, esto mismo es el factor de riesgo más significativo por el que se produce la escalada de la violencia que terminamos lamentando cada 25N.
El fútbol es por excelencia el deporte rey a nivel mundial. Una sociedad de tradición machista ha visto cómo el progreso y la lucha por la igualdad ha empoderado a las mujeres para que persigan sus sueños; y cada 8M o cada 25N se reivindica la lucha contra la violencia de género. Antiguamente, las mujeres estaban relegadas al ámbito privado y del hogar mientras que los hombres gozaban de poder desarrollarse profesionalmente en la vida pública. Esto cambia y la pérdida de privilegios por el hecho de ser hombres ha llevado a muchas personas a reaccionar contra esta «invasión» de la mujer al espacio reservado a lo masculino: entre ellos, el fútbol.
En el ámbito del fútbol son conocidos los casos de violencia verbal hacia las árbitras. Si bien es cierto que los árbitros siempre han recibido insultos cuando sus decisiones no eran del gusto de esos aficionados, estas descalificaciones no se producen atacando el hecho de ser hombres. Se puede traer de la hemeroteca los insultos que recibieron el primer trío de árbitras en el que les increparon al grito de «quien se la cepilla primero» o este vídeo en el que la árbitra Marta Galego explica por qué se vio obligada a un detener un partido de fútbol masculino:
Si buscamos en la RAE la palabra maltrato, encontraremos rápidamente el resultado; pero si escribimos «buentrato» en el buscador nos dirá que no existe. Sin duda, hay que continuar denunciando la violencia de género y todo lo que conlleva la misma. Sin embargo, no basta con un enfoque clínico. Habría que buscar un paradigma más de desarrollo positivo para socializar y educar en clave de buen trato. Por tanto, 25N debe plantearse también desde un enfoque preventivo y positivo para servir de modelo de convivencia. En definitiva, normalicemos la igualdad mientras condenamos la violencia y la desigualdad que la causa.
Y como publica el Valencia CF femenino en su perfil de Twitter: que la V sea de Vida.
💜 Porque la ✌ siempre tiene que ser de ✌IDA y nunca de violencia#NiUnaMas #NiUnaMenos #diacontralaviolenciadegenero pic.twitter.com/amIcE1tdGp
— Valencia CF Femenino #ADNVCF (@VCF_Femenino) November 25, 2020