En el periodo navideño se produce el mayor consumo de juguetes de todo el año. Niñas y niños escriben su carta de deseos a Santa Claus o a sus Majestades. La ilusión de la infancia por los juguetes y su papel es fundamental para su desarrollo. Y es que el papel del juego en la educación de nuestros retoños es más importante de lo que parece. Sin embargo, a menudo se cae inconscientemente en esos estereotipos que etiquetan los juguetes y los juegos según género. No es a propósito ni mucho menos. Se debe a que todo el mundo hemos sido educado en una sociedad heteropatriarcal que desde la misma publicidad perpetúa los roles de género. Afortunadamente, esto está cambiando paulatinamente. El primer paso es ser conscientes. El segundo paso es actuar para no amordazar los sueños de la infancia ni las posibilidades de su futuro. Quién sabe si será una Alex Morgan o una Jenni Hermoso la niña a la que le haces un regalo. El fútbol femenino podrá seguir creciendo si se resuelve las primeras barreras sexistas de la infancia. En este artículo se exploran el valor del juego simbólico, la satisfacción de las necesidades psicológicas básicas en la infancia y la necesidad de combatir el sexismo en este ámbito.
El valor del juego simbólico: imagina ser jugadora de fútbol femenino
El juego es el gran vehículo de aprendizaje en todas las edades, pero en infantil aún más. El juego simbólico es como una burbuja. Mientras juegas estás motivado y todo lo que aprendes durante el juego es real. Una vez que “te cansas” del juego se puede decidir estallar la burbuja y volver a la realidad. López (1985, cit. en Terejina 1994, p. 26) describe el juego como la acción que implica “detener el tiempo y volver a plantear en un espacio mágico las situaciones primordiales”. La imaginación no tiene limites. En la infancia se puede crear una burbuja en la que podemos ser quien queramos e imaginar cualquier situación por imposible que parezca. Se puede jugar horas y horas, y en el momento que se canse, se estalla la burbuja y se regresa a la realidad. Todo era una fantasía pero no lo que se aprende dentro de la burbuja. En otras palabras, se consolida lo que se aprende por modelado (imitación) y si dicha burbuja tiene in situ más niñas y niños jugando, en la interacción se moldean unos a otros. Por ejemplo, las niñas pueden imaginar que son jugadoras de fútbol femenino tras visionar la Primera Iberdrola en casa y crear su burbuja. Se puede profundizar sobre este tema en el libro de Isabel Terejina (1994) Dramatización y teatro infantil.
El peligro de los catálogos sexistas de juguetes
Si en el cierre del anterior subapartado se recomienda un libro, este se abre recomendando el libro “El fútbol y las casitas” de María José Lera (2002). En él, se expone con perspectiva de género, las diferencias físicas, conductuales, etc., entre niños y niñas. También cómo se construyen socialmente (la historia, el sistema educativo, el mundo laboral, los medios de comunicación, etc.). Además cómo se producen los diferentes procesos de socialización en casa y en la escuela desde la infancia hasta la adolescencia. La sociedad sigue educando diferenciadamente en función de si es niño o niña. Aunque biológicamente existan algunas diferencias, la sociedad las refuerza e inhibe el desarrollo humano natural.
Un ejemplo de esa segregación de género lo vemos en los catálogos de juguetes sexista y en cómo se publicitan. Otro ejemplo menos explícito se encuentra en cómo se discrimina a un niño por pasear el carrito y tratar con dulzura a un muñeco y a una niña por su liderazgo y agresividad jugando al balón. Jugar a las casitas y jugar al fútbol no debería estar reservado por razón de género. Esta segregación hace que las niñas jueguen a las casitas y los niños jueguen al futbol exclusivamente, no por elección propia sino impuesta directa o indirectamente. El futuro del fútbol femenino no verá a muchas niñas que acaban perdiendo el interés por el balón debido a estos obstáculos. Hay que tener en cuenta las etapas vitales cruciales para entender cómo el sexismo se interioriza en el ser humano: de 0 a 6 años se debe trabajar la flexibilidad contra los sexismos porque se consolida y se muestra después en los 12 años, suponiendo una gran limitación en el futuro.
Los juguetes construyen modelos de persona
Desde que cada niña y niño abre los ojos por primera vez existe a su alrededor multitud de información orientada a hacerle entender que significa ser hombre o mujer en la sociedad a la que pertenece. Desde el momento en que las familias saben el sexo de su bebé, comienza su socialización y la creación de su identidad como ser sexuado. Los juguetes, sin duda, son un medio que contribuye a la construcción de la identidad. Multitud de investigaciones sociales han demostrado que persiste una cultura de consumo diferenciada por género. Las expectativas tradicionales llevan a las personas adultas a elegir juguetes para niñas y niños, los cuales marcan características altamente sexistas, imponiendo una visión cerrada y tradicional sobre el género. Efectivamente, estas expectativas ignoran el fútbol femenino. Hay que seguir explicando qué es de capital importancia educar en la diversidad y que es fundamental que desde la infancia se experimenten diferentes posibilidades de juego. Solo así podrán realizarse, probando y experimentando sin límites marcados por cuestiones de género. Padres, madres y educadores deben romper los clichés que encasillan en un tipo concreto de identidad. Tan solo así, criaremos a niños y niñas felices, con respeto a su identidad.
«De mayor quiero ser jugadora de fútbol femenino»
Cada vez son más las niñas que les dicen a sus familias que quieren jugar al fútbol. Aunque continúa habiendo ciertas reticencias, poco a poco se va superando esa primera barrera. Se puede traer el caso de Kenti Robles, actual jugadora del Real Madrid que, hasta que llega a España a los doce años, pasa su infancia luchando contra los estereotipos de género en sentido figurado y en sentido literal. Llegó a afirmar que le robaba el balón a su primo para poder jugar al fútbol. Su propia madre tuvo que hacer un gran esfuerzo para abandonar la concepción heteropatriarcal de que el fútbol no es un deporte para niñas.
Desde el ámbito de la psicología existe una teoría del desarrollo humano -validada por las investigaciones empíricas- llamada «teoría de la autodeterminación» (Deci y Ryan, 2000). A su vez, tiene una subteoría llamada «las tres necesidades psicológicas básicas«. Estas son la competencia, la autonomía y la relacionalidad. Si se satisfacen estas necesidades innatas, las personas alcanzan el grado óptimo de su desarrollo. Las familias deben facilitar dicha satisfacción a sus retoños dejándoles jugar (desarrollo de la competencia) en función de sus propias decisiones y explorando sus gustos (respetándole su autonomía), siendo cariñosos y guiándolos, conservando un apego seguro, permitiendo que resuelvan sus propios conflictos (relacionalidad). Quién sabe si tu hija o la niña a la que le haces un regalo no será una Alex Morgan o una Jenni Hermoso. El futuro del fútbol femenino puede comenzar en la carta de los Reyes Magos.