El pasado fin de semana, todos los que vivíamos en Madrid y en sus alrededores no podíamos pensar en otra cosa que no fuera jugar con la nieve, lanzar alguna bola o incluso hacer algún muñeco de nieve. Estábamos disfrutando de un momento único que la mayoría de nosotros no habíamos vivido nunca. Sin embargo, en diferentes puntos de España, había cuatro equipos que estaban muy preocupados por si realmente podrían vivir algo que para algunos de ellos también iba a ser algo que jamás habían disputado, la Supercopa de España.
Afortunadamente, y después de algún viaje más complicado que otro, llegaron las semifinales. El Levante llegaba en un momento de forma espectacular y con la moral por las nubes, después de haber ganado el derbi in extremis. Enfrente se encontraba el Logroño, primera vez en esta competición, y con la maleta cargada de ilusión. Y con una dinámica y un fútbol que habían dado un giro notable.
Empezó el partido y el Levante demostró su superioridad desde el principio, sin olvidar, que el Logroño fue un más que digno rival y que comenzó ganando el partido. Al final, la victoria cayó del lado granota, metiéndose por primera vez en la final y esperando rival de la otra semifinal.
Al día siguiente, se enfrentaban FC Barcelona y Atlético de Madrid, partido que a cualquiera que le guste un poco el fútbol, le gustaría jugar. Había mucha expectación sobre quién llegaría a la final y podría haber sido cualquiera de los dos. ¡Qué partido! Ambos equipos demostraron por qué son los representantes españoles de la Champions. Marcaron un ritmo muy alto, hubo ocasiones para ambos, detalles de calidad a la altura de pocas y un largo etcétera que hizo que se llegara a los penaltis donde Lindhal continuó con sus paradas como si siguiera el partido y metió a su equipo en la final.
¡Y por fin llegó la final! Los dos equipos llegaban con las ideas claras y cada uno con su plan, pero tres zarpazos de las delanteras del Atlético de Madrid hicieron desvanecer los planes del rival. Aun así, el Levante no dejó de luchar en la segunda parte. Subió las líneas y lo estuvo intentado hasta el final. Por mi parte y desde aquí felicitarlas porque fueron un gran finalista y estoy convencida que esta experiencia les servirá para el futuro. Y cómo no, darle mi ¡enhorabuena a las campeonas! Han disputado grandes partidos y han desplegado una gran variedad de alternativas en su juego.
No puedo escribir sobre la Supercopa sin mencionar uno de los momentos más bonitos, emocionantes y generosos que ha vivido el fútbol. Nos los regalaron tanto Vir como Amanda. Han demostrado que no hay colores, que no hay equipos, que hay personas y que momentos como el que nos hicieron vivir ellas dos el martes son los que hacen al fútbol femenino si quiera, aun más grande. Esta es la esencia de la que alguna vez he hablado, que sólo nosotras la tenemos que no podemos perder.
¡Por ti, por Vir!
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